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Patrimonio Industrial Mueble: Debate para incluir a los bienes de consumo durables presentes en la historia del diseño industrial mundial como Patrimonio Industrial mundial. (página 2)




Enviado por Ibar Anderson



Partes: 1, 2, 3

Esta definición de Patrimonio
Industrial se compone de los restos de la cultura
industrial que poseen un valor
histórico, tecnológico, social,
arquitectónico o científico (estos restos consisten
en edificios y maquinaria, talleres, molinos y fábricas,
minas y sitios para procesar y refinar, almacenes y
depósitos, lugares donde se genera, se transmite y se usa
energía, medios de
transporte y
toda su infraestructura, así como los sitios donde se
desarrollan las actividades sociales relacionadas con la industria,
tales como la vivienda, el culto religioso o la educación). Vemos
que dentro de la definición de «cultura
industrial» solo figura la maquinaria industrial (inmueble)
y no los artefactos u otros productos
tecnológicos (muebles, como puede ser un
electrodoméstico o un automóvil) elaborados a
partir de dicha maquinaria industrial, como si los mismos no
fueran parte de la «cultura material en general» (de
la cual la «cultura industrial» es solo un aspecto en
particular).

Es nuestra intención debatir aquí sobre ello y
sus implicaciones con la Teoría
del Patrimonio que ha cobrado tanta importancia para el Arte y la
Arquitectura a
nivel mundial. Las intenciones son que se haga lo respectivo en
los casos de la historia del Diseño
Industrial que así se lo merecen.

2 –
Desarrollo:

En nuestras investigaciones
hemos comenzado con una introducción general del concepto de
Patrimonio
Cultural(3) y sus conceptualizaciones, para acercarnos
paulatinamente a una definición mas acotada del concepto
de Patrimonio Industrial(4) en particular. Habida cuenta de los
organismos responsables del Patrimonio a nivel Mundial(5) son
variados y complejos, también lo son las definiciones
(aunque en general hay acuerdos internacionales pre-establecidos
que nos hablan de una cierta homogenización de la
teoría y una tendencia hacia la consolidación cada
vez mayor), lo cual –por otro lado- nos somete a una
lógica
y necesaria delimitación de los conceptos de Patrimonio
Cultural (tan amplia) como del Patrimonio Industrial (tan
acotada).

Las teorías
de la restauración-conservación inicialmente
estuvieron enfocadas a la intervención sobre edificios
representativos de determinada cultura conocidos como monumentos
históricos, sin considerar el concepto de Patrimonio
Industrial que se ha dado de manera independiente a partir de
mediados del siglo XX y que aún es poco tratado en foros
sobre bienes
culturales de índole histórico y artístico;
limitándose su difusión a un grupo de
especialistas.

El 1º Congreso Internacional de Conservación
de Monumentos Industriales en Ironbrige, Inglaterra
(1973)
fue realizado por la Asociación de Arqueología Industrial(6). Y bajo la
creación del Comité Internacional para la
Conservación del Patrimonio Industrial, se daría la
oleada de rescate y protección del citado patrimonio,
teniendo impacto en los diversos países.

Con respecto al Patrimonio Industrial, hemos prestado especial
atención a la carta
redactada en Siberia oriental, la Carta de Nizhny Tagil,
Rusia
(2003)
y los trabajos que el Comité Internacional
para la Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH)
viene llevando adelante.

Por otro lado, hemos comenzado simultáneamente por los
antecedentes históricos de obligada lectura para
reconstruir la teoría desde los llamados «documentos de
base» o «cartas
internacionales». Pues, en la historia de la
Conservación, la actitud de la
conservación del patrimonio a través del tiempo ha
variado y ha tenido teóricos de diversa índole (y
no sólo desde la conservación sino desde la
restauración). Pensemos por un momento en las escuelas
francesa, inglesa e italiana y el pensamiento
reconstructivo de Eugene Viollet Le Duc, John Ruskin y William
Morris, las intervenciones interpretativas de Camilo Boito, o
Gustavo Giovannoni entre otros que le sucedieron. Hasta el
desarrollo del
concepto de conservación de los «bienes
culturales»(7) y la tutela actual
conjuntamente con la cooperación internacional (varias
cosas han sucedido a nivel mundial). La restauración de
monumentos bajo diferentes criterios (estético,
histórico, científico y critico) ha evolucionado
desde las concepciones decimonónicas; el criterio
estético a partir de las interpretaciones
románticas de Ruskin y Le Duc, el histórico desde
las apreciaciones de Luca Beltrani, científico desde
Giovannoni que pretende sistematizar las intervenciones y
crítica
desde la Carta de Venecia, Italia
(1964).

Comenta, María Isabel Tello Fernández en
La dimensión social del patrimonio. Tomo
III
, que los Documentos Internacionales (desde fines del
siglo XIX y hasta principios del
siglo XX) serán la base de las políticas
para la protección del Patrimonio Cultural
«inmueble» en el ámbito internacional(8).
Nosotros necesitaremos avanzar hacia el Patrimonio Cultural
«mueble» incluso.

Para concluir esta profundización histórica(9)
hemos relevado las mas destacadas «cartas
internacionales», habida cuenta del profuso crecimiento que
las mismas vienen teniendo hace aproximadamente siete
décadas y media; con una referencia a la
legislación internacional vigente(10) y otros documentos
varios para la gestión
y preservación del patrimonio(11), como los documentos de
la UNESCO.

Para lo cual asumimos, en principio, el concepto de Patrimonio
Cultural que la UNESCO en su conferencia
mundial sobre políticas culturales llevada a cabo en
México en
1982 estableció como:

"El patrimonio cultural de un pueblo comprende las obras
de sus artistas, arquitectos, músicos, escritores y
sabios, así como las creaciones anónimas, surgidas
del alma popular,
y el conjunto de valores que
dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y
no materiales que expresan la creatividad de
ese pueblo; la lengua, los
ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos,
la literatura,
las obras de arte y los archivos y
bibliotecas
".

Un concepto moderno de Patrimonio Cultural incluye tanto el
patrimonio «tangible o material» (como pueden ser los
«inmuebles» de la Arquitectura y los
«muebles» del mobiliario urbano), aquello que
corresponde a los monumentos(12) y manifestaciones del pasado
(obras diversas del Arte, Arquitectura e Ingeniería) como sitios y objetos
arqueológicos, arquitectura colonial e histórica,
documentos históricos, obras de arte, máquinas
técnicas y/o tecnológicas; como
también lo que se llama patrimonio «intangible o
inmaterial» que suele ser conocido como «patrimonio
vivo» o «patrimonio etnográfico» (las
diversas manifestaciones de la cultura popular indígena,
regional, populares y urbanas con sus lenguas
autóctonas, sus artesanías, sus artes populares,
sus lenguas y hablas, músicas y bailes folklóricos,
rituales, creencias, fiestas, técnicas artesanales, su
indumentaria, sus conocimientos, valores, costumbres, tradiciones
y otros saberes populares característicos de un grupo o
cultura). Este último constituye el patrimonio
intelectual: es decir, las creaciones de la mente, como la
literatura, las teorías científicas y
filosóficas, la religión, los ritos y
la música,
así como los patrones de comportamiento
y la cultura que se expresan en las técnicas, la historia
oral, la música y la danza.

Ahora bien, si analizamos el Patrimonio Cultural, como
testimonio «tangible» (material y físico) de
las actividades humanas, veremos que puede ser estudiado a partir
de una de sus vertientes que es el Patrimonio Industrial (como
resultado de la Arquitectura contenedora de las actividades
económico-productivas del periodo histórico de
principal interés
para estos estudios, que abarca desde el principio de la Revolución
Industrial en la Europa
occidental, desde la segunda mitad del siglo XVIII en adelante;
proceso que se
perpetúa hasta la actualidad).

¿Qué es entonces el Patrimonio Industrial?

Podemos rápidamente decir que el término
«Patrimonio» es bien sabido que significa una
herencia, y el
término «Industrial», es todo lo referente a
la industria y como tal ésta es todo aquel sistema de
producción por medios mecánicos y en
serie activados por energía cuyo origen no sea humano. Por
lo tanto el Patrimonio Industrial es todo aquel vestigio
«tangible» e «intangible» surgido en
torno a la
industria, siendo de diversos orígenes ya sea de
determinada fuerza motriz
(hidráulica, eólica, vapor, eléctrica, etc.)
o definida por el tipo de producción: textiles, minería,
ingenios, etc.

¿Cuál es el Patrimonio Industrial?

Hay de dos tipos: tangible e intangible.
«Tangible» son los inmuebles (de producción,
caseríos, tienda de raya, etc.), los muebles (archivos,
mobiliario, maquinaria, herramientas,
etc.). «Intangible» es la cultura obrera (modos de
vida-costumbre y tradiciones).

El Patrimonio Industrial por lo tanto es toda evidencia
relacionada con la existencia de un determinado sitio industrial,
denominándose éste como complejo en su aspecto
integral.

Por otra parte, la UNESCO utiliza una definición
más amplia de Patrimonio Industrial que la admitida por
los expertos (historiadores, arquitectos, ingenieros,
sociólogos, antropólogos y otros especialistas),
para quienes el Patrimonio Industrial lo constituyen las
construcciones de la época que arranca –como ya
dijimos- con la Revolución
Industrial, con las máquinas accionadas por energía
mecánica (no manuales). La
UNESCO por el contrario, distingue cuatro tipos de sitios del
Patrimonio Industrial: los lugares de producción, las
minas, los medios de
comunicación y sitios de ingeniería
arqueológica. Un repaso a la lista de la UNESCO evidencia
que, en efecto, existe cierta disparidad en los lugares(13) ,
conjuntos(14)
o elementos considerados como Patrimonio Industrial, no habiendo
dudas respecto de algunos casos emblemáticos(15) ; por tal
motivo en este trabajo de
ensayo nos
inclinamos a ser consecuentes con la opinión de los
expertos y/o académicos en Patrimonio Industrial (lo cual
no implica que la opinión de la UNESCO esté
equivocada, sino que expresa fundamentos de origen distintos que
no nos detendremos a analizar por el momento).

Aunque debemos admitir que este reconocimiento de la UNESCO
del Patrimonio Industrial como parte del Patrimonio Cultural y
territorial constituye uno de los mejores apoyos y
garantías de supervivencia para lo que -hasta principios
de los años 1960- era considerado de manera generalizada
como chatarra o ruinas inservibles.

Los territorios industriales, vistos desde la geografía, que la
reciente evolución tecnológica ha dejado sin
uso (posterior a la incipiente Revolución Industrial que
se propagó a partir de la mitad del siglo XVIII en
adelante) constituyen el Patrimonio Industrial y forman, por
ello, parte del Patrimonio Cultural. Otros geógrafos han
demostrando interés por las oportunidades
urbanísticas asociadas al aprovechamiento o
re-utilización de los suelos
industriales abandonados en grandes ciudades (como los caso de
Madrid lo
ejemplifican), o bien profundizando en la relación entre
Patrimonio Industrial y desarrollo de las localidades(16) y
combinando sus Marcos Teóricos, reconvirtiendo los
vestigios industriales abandonados a usos de ocio y recreo, con
un componente del denominado «turismo cultural»
asociado a los ecomuseos(17), tan importante para el
desarrollo(18). Revalorizando el Patrimonio Industrial en todos
los órdenes: urbanístico, cultural,
económico y social.

En tal sentido destaca el tipo de intervención que
acabamos de citar, lo cual que se conoce como
ecomuseo(19) , y que tiene en el territorio y sus
elementos patrimoniales los principales apoyos en tanto que
proyecto que
recrea actividades pasadas, rescata la memoria
social y productiva local y genera nuevos elementos de valor para
dinamizar una zona deprimida o en crisis (lo
cual forma una clara propuesta para el desarrollo de las
localidades).

Las explotación turística del patrimonio puede
apreciarse en las llamadas «cartas» internacionales
sobre patrimonio, como lo señalan las Normas de
Quito,
Ecuador
(1967
), que es el informe final de
la reunión sobre conservación y utilización
de monumentos y lugares de interés histórico y
artístico; o la Carta sobre Patrimonio Industrial
de Nizhny Tagil, Rusia (2003
), aprobada por los
delegados Comité Internacional para la conservación
del Patrimonio Industrial –TICCIH- reunidos en la Asamblea
Nacional de carácter trienal, en la ciudad situada en
la región asiática de Siberia oriental, Rusia.

Son notables los ejemplos de Patrimonio Industrial que pueden
ser rescatados de países como Inglaterra(20) , Alemania(21) ,
Francia(22) ,
Bélgica(23) y España(24)
, por citar los más importantes casos europeos. Pasando
por la situación particular americana de países con
un auge privilegiado, como lo fue EE.UU., hasta los de escala intermedia
como Brasil,
México y Argentina.

Otros testimonios o valores histórico-culturales igual
de importantes, que registran el legado del hombre en
otras actividades de suma trascendencia para el desarrollo de la
humanidad, bien podrían ser aquellos, producto del
desarrollo y aplicación de la ciencia y
de la técnica a lo largo de nuestra historia, donde
el hombre
empleó un sistema de producción seriada y
utilizó diversas tipos de energía. A este conjunto
de testimonios o los que se consideran por sus
características como casos
histórico-culturales-industriales de significativo valor
como legado de la cultura industrial, es a lo que se ha decidido
denominar como Patrimonio Industrial (en inglés:
Industrial Heritage); englobando a la arquitectura e
ingeniería simultáneamente.

Entonces, podemos decir que se entiende por Patrimonio
Industrial al conjunto de elementos de explotación
industrial, generado por las actividades económicas de
cada sociedad que
responde a un determinado proceso de producción y a un
sistema tecnológico concreto
caracterizado por la mecanización dentro de un determinado
sistema socioeconómico.

Los escenarios privilegiados de los países del norte
con un auge tremendo de la industria pesada y de la siderurgia
primero(25), y de transformación después, ligadas
unas y otras al progreso tecnológico y la
aplicación de sucesivas fuerzas motrices con origen en
diferentes fuentes de
energía (carbón, electricidad,
petróleo) que determinarían la
formación de espacios productivos y paisajes
económicos fuertemente ligados al proceso de
urbanización y a la cultura urbana; dieron frutos de menor
escala en los países sudamericanos (pero de profunda
importancia socio-histórica para comprender nuestro pasado
económico-productivo y tecnológico, y en tanto tal:
quienes somos cómo sociedad, fruto de lo que fuimos). Es
con la Revolución Industrial (como la amplia bibliografía escrita sobre
esta temática lo expresa) cuando hace su aparición
la gran fábrica, vinculada a la máquina de vapor,
el ferrocarril y el nacimiento de la ciudad industrial, marco de
vida y de trabajo para una población que no dejará de crecer
entre humos y chimeneas a lo largo del siglo XIX y principios del
XX y se caracteriza, entre otros rasgos, por estar altamente
proletarizada y desligada del campo.

Respecto de la urbanización, tiempo más adelante
vendría el típico modelo de
«ciudad fordista»(26) dominante hasta fines de 1960 y
principios de 1970, ciudades que sorprendentemente se
desindustrializaron en Europa(27); en algunos casos se
debió a la reconversión a las nuevas
tecnologías productivas sumado a los efectos del
capitalismo
internacional que hizo, que algunas factorías se trasladen
a otras regiones abandonando los viejos países
industriales europeos. Las viejas zonas industriales se
convirtieron en «cinturones de herrumbre»(28), en
palabras textuales de Eric Hobsbawn en Historia del siglo
XX.

La situación fue particularmente compleja, pero este
autor lo resumen muy bien(29). Países que hoy
todavía reconocemos como industriales (así sea por
un nuevo tipo de industrias), que
luego fueron rescatados (su riqueza patrimonial) por la
teoría del Patrimonio Industrial nacida en dicho antiguo
continente.

Por esta fecha aproximada en que algunas regiones,
localidades, ciudades o poblados de ciertos países
europeos se desindustrializaban, en Latinoamérica la Argentina, se
industrializaba prometiendo ser este el eje del crecimiento y el
desarrollo del país.

Para la década de los años 1980 el tratamiento
de las ruinas industriales para los gobiernos locales y
regionales en Europa, no se planteaba como un fin en sí
mismo; es decir, no se pensaba en ellas como patrimonio a
conservar por ser tributarias de valores intrínsecos
(históricos, estéticos, culturales), para ello
habría que esperar un tiempo más en el viejo
continente.

El movimiento de
defensa y reconocimiento del Patrimonio Industrial se
originaría en Europa del norte (pionera de la
Revolución Industrial y pionera de la teoría del
Patrimonio Industrial también), causa a la que pronto se
sumaron otros países industrializados como Estados Unidos,
Canadá o Japón.
En el sur de Europa estas iniciativas llegaron más tarde,
aunque países como Portugal, Italia o Grecia cuentan
con asociaciones muy activas. La Europa del Este, con Polonia a
la cabeza, se sumo también a estos movimientos, que
cuentan con una representación importante en
Hungría, Chequia y Eslovenia. En estos últimos
años se han creado grupos de trabajo
no sólo en Latinoamérica (y Argentina), sino
también en algunas zonas de Asia y en
África
del Sur.

Por otro lado, y en la misma década de los ochenta, en
el nuevo continente americano y en Argentina en particular, el
fenómeno de desindustrialización nacido a partir
del golpe militar de 1975 (que truncaría el proceso de
desarrollo
económico y tecnológico nacional) estaba
iniciándose. O sea que desde la teoría del
Patrimonio Industrial estábamos mucho más lejos
todavía que los viejos países europeos (esta
teoría debería iniciarse allí primero para
que luego se transfiriera a Latinoamérica y Argentina mas
concretamente; y deberían desindustrializarse varias
regiones y localidades o comunas de Europa primero
también, para que los efectos de cambio
tecnológico repercutieran en Latinoamérica y
Argentina posteriormente, a niveles materiales y
teóricos).

Entonces, entender ese pasado
histórico-tecnológico es entendernos a nosotros
mismos (en nuestras fortalezas y debilidades como sociedad
económico-productiva). También es entender nuestro
capitalismo-industrial subdesarrollado y dependiente (que no nos
permitió ponernos a la cabeza de las naciones poderosas
científico-tecnológicas, productiva y
económicamente hablando, aunque hemos tenido ejemplos
notables de investigadores y científicos nacionales, nos
referimos a nuestro defasaje producto de una economía emergente).

Por lo tanto, el Patrimonio Industrial es el conjunto de
restos o vestigios con un valor histórico,
tecnológico, social, arquitectónico y
científico, que han surgido (en su diversidad) en torno de
los diferentes tipos de actividades industriales, es decir, que
han obtenido ese rango de valor por su uso y aplicación en
la industria a través del tiempo.

Este patrimonio puede dividirse en «tangible»:
como son los bienes inmuebles (las fábricas, talleres,
minas, campamentos, zonas de producción, de vivienda y
otros sitios) y los bienes muebles (mobiliario, maquinaria,
herramientas, por citar algunos ejemplos) e
«intangible»: relacionado a la cultura obrera (formas
de vida, costumbres y tradiciones, know how de los procesos
productivos, todo cuanto suele ser conocido como
«patrimonio vivo» también).

Pues bien, el Patrimonio Industrial está incluido
dentro del Patrimonio Cultural, y al igual que las
pirámides, los castillos o las catedrales que forman parte
del emblema patrimonial de un pasado lejano (con interés
para la arqueología y la arquitectura, por ejemplo); las
fábricas, los lugares productivos, las máquinas,
los oficios, las herramientas, constituyen las huellas materiales
de la actividad humana más reciente, testimonios de
nuestra civilización industrial (de relativo reciente
interés para ingenieros, arquitectos, sociólogos y
diseñadores industriales). Es precisamente la herencia de
esta civilización el objeto de estudio del Patrimonio
Industrial que se amplía, enriquece y cobra sentido al
recuperar toda una memoria del
trabajo industrial. Y los procesos sociales, psicológicos,
simbólicos y otros intangibles; asociados a los
materiales, físicos e intangibles solo pueden ser
estudiados interdisciplinariamente.

Gran Bretaña, cuna de la Revolución Industrial,
fue el escenario de este primer reconocimiento, a través
del Council British Archaelogy, que crea en 1959 un
comité especial para preservar los «monumentos
industriales» –The National Survey of Industrial
Monuments
-. La trascendencia que alcanzaron los
«monumentos» (cuestión que analizaremos con
una reflexión crítica, mas adelante) ya es un hito
histórico por la campaña que desataron
historiadores y científicos británicos en defensa
de la estación ferroviaria de Euston (Londres) que
acabaría siendo demolida en 1962.

Fue la Arqueología Industrial, fuertemente impulsada
por los trabajos de investigación ingleses(30) y del mundo
anglosajón de los años 1960 la impulsora de la
teoría para que el Patrimonio Industrial haya obtenido
carta de
naturaleza,
constituyendo hoy en día un emblema indiscutible de la
sociedad contemporánea(31).

El interés internacional por promover, conservar el
Patrimonio Industrial es relativamente reciente. La primera vez
que la UNESCO incluyó en el Patrimonio Mundial un espacio
industrial fue en el año 1978, pero no es hasta 1992
cuando el Comité Internacional para la Conservación
del Patrimonio Industrial (TICCIH) se consolida con un corpus y
una política
que le da carta de naturaleza y valor universal.

Lo cierto es que la noción de Patrimonio Industrial se
ha visto fuertemente restringida por la Historia de la
Arquitectura pero también por efecto del Arte (la
ingeniería ingresó posteriormente). En esta
investigación estamos defendiendo la necesidad del ingreso
de disciplinas recientes como el Diseño Industrial, de
importancia central para comprender globalmente el concepto de
Patrimonio estrictamente «industrial», desde un
enfoque que solo la disciplina del
Diseño Industrial lo puede epistemológicamente
comprender; asimismo defendiendo la necesidad de una
ampliación del concepto de «industria» a sus
«productos industriales»). Es aquí donde la
teoría necesita abrirse paso.

Podemos rastrear esta fuerte presencia de la
«arquitectura monumental» en los definiciones sobre
Patrimonio (Cultural e Industrial), en principio, estudiando las
diversas: cartas, convenciones, reglamentos, recomendaciones,
estatutos, normas,
declaraciones, directivas, llamamientos, principios, propuestas,
disposiciones y manifiestos escritos sobre la abundante
temática del Patrimonio.

La UNESCO establecía en el artículo 1º de
la Convención sobre la Protección del
Patrimonio Mundial, Cultural y Natural (1972)
una
definición acotada sobre lo que se entiende como objeto de
protección patrimonial dentro del concepto de
«monumento arquitectónico»; pero no por eso la
definición de «monumentos» solo debería
ser entendida desde una concepción puramente
arquitectónica (lo cual no debe entenderse como mera y
simple crítica), sino también que debería
comprenderse como incluidas a las obras singulares de
índole: ingenieril, pictórica, escultórica u
otras (conjeturamos como otras obras a las del Diseño
Industrial, dado que como la Arquitectura y las
Ingenierías, el Diseño Industrial hace
hincapié en el proyecto). Obras que sobresalgan por su
valor, no solo arquitectónico, sino: técnico,
histórico, social o artístico, vinculado a un
entorno o marco referencial que concurra a su protección
(elementos que tengan un valor universal excepcional desde el
punto de vista de la Historia, del Arte, de la Arquitectura o de
la Ciencia y
Técnica evidenciada en las diversas especializaciones de
las ingenierías: mecánica, eléctrica,
electrónicas y otras; en este sentido proponemos el
concepto de «monumento industrial» fuertemente ligado
al campo de accionar de la Ingeniería en general y sus
especialidades).

Ante la necesidad de superar el concepto restrictivo de
monumento se utiliza la categoría más amplia de
«bien cultural» (que abarca a objetos, artefactos,
productos y muebles del Diseño Industrial).

Pero así como un «monumento
arquitectónico» pudo incluir a diversas disciplinas
(ejemplo: arquitectura y arte en la realización de una
catedral gótica y sus vitrales, por citar un caso) y el
estudio de la obra, desde lo patrimonial, requerirá de la
teoría tanto de la Arquitectura como del Arte; el mismo
tipo de trabajo interdisciplinario lo requerirán lo que
hemos dado en llamar los «monumentos industriales»
(ejemplo: los receptores de radio valvulares
de las décadas de 1930 y 1940, voluminosos y pesados, lo
que se debía a que los diferentes componentes iban
soldados individualmente y se alimentaban con grandes y potentes
baterías son un auténtico «monumento
eléctrico-electrónico» producto de la
ingeniería), que desde la Historia del Diseño
Industrial evidencian como las costumbres sociales del habitar
doméstico se vieron modificadas con el ingreso de estos
artefactos a la vida doméstica (en este caso tenemos un
claro ejemplo de «monumento industrial» de estudio
interdisciplinario entre la ingeniería eléctrica y
electrónica).

Como «monumentos de la arquitectura industrial»,
las intervenciones en el Patrimonio Industrial edificado
más divulgadas, a través incluso de los medios de
comunicación de masas (fundamentalmente en Europa),
tienen con frecuencia como protagonistas a viejas fábricas
o ruinosos almacenes rehabilitados y convertidos en museos,
centros de arte, centros de empresas, bloques
de viviendas o simples lofts. Se trata de construcciones de
cierta singularidad, vinculadas a la memoria industrial y a la
identidad
cultural de la ciudad, que por lo general han pasado por un largo
período de abandono, luego han sido protegidas como bienes
de interés cultural o «monumentos» y, por
último, se han convertido en ejes de operaciones de
renovación urbana que las incorporan, con los más
diversos usos (re-utilizados para destinar los edificios a
albergue de empresas de Internet, servicios
avanzados, teletrabajo o
departamentos de telecomunicaciones y otros), a proyectos que
mejoran la imagen, calidad y
competitividad
de la ciudad.

Kenneth Hudson extiende el concepto de «monumentos de la
ingeniería
industrial» a los restos de la segunda y tercera
Revolución, basadas respectivamente en el
petróleo por un lado (de la cual deriva el motor de combustión interna y la industria
automotriz) y la electrónica por otro lado. Para este
autor serían tan merecedores de protección como los
de la primera Revolución Industrial (del
vapor-carbón).

En el ámbito temático, lo
«industrial» históricamente debe entenderse
como un objeto amplio que abarca no sólo los inmuebles,
estructuras
arquitectónicas y maquinaría de producción,
sino también las vías de transporte y comunicación, a través de las que
llegaban las materias primas y se comercializaban los productos,
las residencias, centros asociativos y asistenciales de los
trabajadores, los servicios
públicos y, en última instancia, los propios
paisajes modificados por la actividad extractiva e industrial.
Pero acá está faltando definir algo más
(olvidado por los historiadores, o por lo menos dejado de lado en
el concepto de Patrimonio Industrial; muy posiblemente porque no
ha sido visualizado por los que están fuera de la reciente
y novedosa disciplina en temas patrimoniales como es el
Diseño Industrial).

Por eso, ahora es el momento de impulsar el reconocimiento
definitivo de la «Historia del Diseño
Industrial» como parte del Patrimonio Cultural e Industrial
(del mismo modo que la Arquitectura se unió a la
teoría del Arte en un principio y del mismo modo en que la
Arquitectura se unió a la Ingeniería luego). Al
mismo tiempo de realizar una reflexión profunda sobre
todos los conceptos del patrimonio (reflexión y
discusión que venimos desarrollando en este emsayo).

Esta definición restringida sobre Patrimonio Industrial
–como es hasta el momento- debería incluir
explícitamente a obras resultado del proyecto del
Diseño Industrial también (como creaciones humanas
con la misma categoría que el Arte, la Arquitectura y la
Ingeniería). Pues, si bien en dicha declaración no
aparecen las obras del Diseño Industrial, sabemos que las
mismas son también creaciones (y en tanto son obras
materiales, también son objetivaciones de un ideario
cultural, específico de cada pueblo, cultura y sociedad en
el estado de
avance técnico-científico en el que se encuentre).
Por lo cual, los objetos y/o productos de dicho diseño
deberían entrar dentro de la categoría más
amplia de bienes materiales (en su categoría de muebles)
que hacen al Patrimonio Cultural (ya sea por sus valores
históricos-proyectuales como
técnicos-tecnológicos).

Pues, cuando se define la labor sobre el Patrimonio Industrial
(la cual incluye catalogación, estudio y difusión
de ese patrimonio, traducido en numerosas exposiciones,
catálogos y publicaciones referidas a puentes, puertos y
equipamientos portuarios, faros, obras hidráulicas,
canales y esclusas, fortificaciones, estaciones y fábricas
con sus maquinarias y equipos tecnológicos
históricos, entre otros), son pobres y nulas las
referencias a objetos y/o productos del Diseño Industrial
(entendidos desde la definición que los Diseñadores
Industriales otorgan a los mismos: electrodomésticos y
otros).

Pues, la definición de Patrimonio Industrial (como una
derivación de la definición más amplia de
Patrimonio Cultural) evidencia una restricción
teórica, fuertemente acotada a la Arqueología, la
Historia de la Arquitectura y del Arte (y en mucho menor medida a
la Historia de la Ingeniería). Como ejemplo podemos decir
que esta restricción teórica acotada a lo
arqueológico, arquitectónico y artístico
puede ser rastreado al analizarse las consideraciones sobre el
patrimonio de las excavaciones, los monumentos y edificios, obras
pictóricas, escultóricas y otras; en un grupo
importante de cartas, normas, resoluciones y declaraciones
internacionales(32). Que no son las únicas, pero son las
que hemos investigado en este trabajo, con especial
importancia.

Como puede apreciarse del estudio de este material (cartas y
documentos internacionales), la dominante arquitectónica
empezaba ya a apreciarse ya en el año 1931 en un documento
que fue llamado «Carta del Restauro», y aunque, si
bien el objeto quedaba limitado a los monumentos
arquitectónicos, las normas generales fácilmente
podían alcanzar y extenderse a toda restauración
incluso de obras de arte pictóricas y escultóricas
(así es como la evolución histórica de la
teoría arrastraba un componente, en algunos casos
arqueológico por el tipo de ruinas a estudiar,
fundamentalmente arquitectónico y artístico).

Solo la Carta de Nizhny Tagil, Rusia (2003),
sobre el Patrimonio Industrial, evidenciará el componente
de la arqueología-de-ingeniería (máquinas,
aparatos, dispositivos, artefactos u otros mecanismos
tecnológicos con valor histórico patrimonial).

Incluso dicha Carta de Nizhny Tagil, Rusia
(2003
)(33) , que fue aprobada por los delegados reunidos
en la Asamblea Nacional del TICCIH -de carácter trienal-
que tuvo lugar en Moscú el 17 de julio de 2003;
dará mayoritariamente referencias arquitectónicas y
en menor medida de ingeniería (y nulas referencias sobre
Diseño Industrial: ¿quizás por
desconocimiento de esta disciplina y sus alcances
teórico-prácticos?). Por lo que los edificios y las
estructuras construidos para actividades industriales, los
procesos y las herramientas utilizadas y las localidades y
paisajes donde se han ubicado, así como todas sus otras
manifestaciones «tangibles» o
«intangibles», poseen una importancia fundamental en
la declaración del Patrimonio Industrial (pero los objetos
y/o productos de dichas actividades industriales y procesos
productivos no aparecen referenciados).

Esta tradición teórica arqueológica,
arquitectónica y artística ha arraigado (entre
otros organismos especializados en Patrimonio) en el Estatuto del
Comité Argentino del Consejo Internacional de Monumentos y
Sitios. (ICOMOS-Sede Argentina), asociación que se halla
adherida al Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS,
con sede en París, Francia); lo cual marca la fuerte
presencia de la Arqueología y Arquitectura en temas
referidos a la protección, conservación,
restauración y salvaguarda del Patrimonio(34). Obvio, no
podemos deducir a partir de ello la débil presencia de la
disciplina del Diseño Industrial, porque como su nombre lo
dice es sobre «monumentos y sitios»
arqueológicos y arquitectónicos.

Dicha tradición arqueológica,
arquitectónica también puede apreciarse en
organismos responsables de la conservación del patrimonio
como es el Comité Internacional para la
Conservación del Patrimonio Industrial (TICCIH) y su sede
en el Comité Nacional Argentino de TICCIH, así
también como en el Comité Argentino de Patrimonio
Industrial (COAPI). Pues puede apreciarse en el llamado al "V
Coloquio Latinoamericano sobre Rescate y Preservación del
Patrimonio Industrial"
(que fue realizado en la ciudad de
Buenos Aires,
Argentina, entre el 18 y el 20 de Septiembre de 2007), que en
dicha convocatoria se daba fundamental importancia a las
actividades específicas que se realizarán como:
recorridos y visitas a monumentos y sitios de patrimonio
industrial, con oferta de
viajes a
lugares vinculados con el pasado industrial (estos monumentos,
sitios y lugares son los que poseen esas características
arqueológicas y arquitectónicas)

Esta fuerte presencia de la arqueología y arquitectura
en cuestiones patrimoniales puede evidenciarse hasta en la
Carta de Nizhny Tagil, Rusia (2003), sobre el
Patrimonio Industrial que presenta el TICCIH (Comité
Internacional para la Conservación del Patrimonio
Industrial)(35), y que como mas arriba señaláramos
posee un Comité en Argentina (Comité nacional:
TICCIH-Sede Argentina) y que siendo la
organización mundial encargada del Patrimonio
Industrial, también es asesor especial de ICOMOS en
cuestiones de Patrimonio Industrial (motivo por el cual el ICOMOS
internacional y su sede en la Argentina, también poseen
ese fuerte anclaje teórico a la arqueología y la
arquitectura). Pero: ¿porque en la Carta de Nizhny
Tagil
sobre el Patrimonio Industrial todavía
persiste esta fuerte presencia arquitectónica?

En todo caso lo que esto delata es la fuerte presencia de las
disciplinas como la Arqueología, la Arquitectura y mas
lentamente –pero sostenidamente- de la Ingeniería
(en asuntos de Patrimonio Industrial) y también del Arte
(en asuntos de Patrimonio Cultural). Es hora de que el
Diseño Industrial como disciplina empiece a hacer lo suyo,
por iguales motivos y razones que el resto de las
disciplinas.

Las razones por las cuales solo la Ingeniería (en casi
todas sus especializaciones) y la Arquitectura contenedora de
dicha ingeniería (son las únicas disciplinas que
intervienen en la definición del Patrimonio Industrial)
puede ser explicado –en su defecto teórico
aquí señalado- a la luz de que la
destrucción ocasionada por las contiendas bélicas;
sobre todo por la Segunda Guerra
Mundial(36) y la velocidad con
la que se han sucedido las transformaciones económicas a
lo largo del siglo XX contribuyeron en gran medida a ampliar el
concepto de Patrimonio Cultural, acogiendo desde mediados de los
años 1950 a las construcciones de carácter
industrial principalmente en su aspecto arquitectónico y
de la ingeniería contenida conjuntamente.

Lo que se viene a proponer ahora es que ya es tiempo de
empezar a hablar de los objetos y/o productos de la Historia del
Diseño Industrial también y no solo en sentido de
museos, que ya existen como: el nómada Museo de la
ALADI u
Asociación Latinoaméricana de Diseño(37) que
evidencia una variedad de objetos y/o productos industriales de
diversa índole(38), el Museo de la Industria Brig. My.
Juan Ignacio San
Martín o el Museo Tecnológico Aquiles Gay; sino
de objetos y/o productos del Diseño Industrial como
«monumentos» del Patrimonio Industrial usados
socialmente por las masas en un tiempo histórico pasado
(lo que estaría indicando una mayor abarcabilidad del
corpus teórico del Patrimonio Industrial).

En este sentido, como la Carta de Nizhny Tagil, Rusia
(2003
), dice:

"Los museos especializados en técnica e industria y
los sitios industriales conservados son dos medios importantes de
proteger e interpretar el patrimonio industrial".

Nosotros aclararemos: pero esto no es suficiente para
conservar la memoria de una sociedad como Patrimonio Cultural y
su «cultura industrial» pasada como Patrimonio
Industrial (los museos de objetos y/o productos simplemente no
son suficiente porque aíslan a los mismos del contexto
socio-histórico del cual participaron y co-ayudaron a
construir su historia). Así como la
arquitectura-industrial y la tecnología-industrial
de la ingeniería no son suficientes para entender
integralmente la historia.

Por eso adoptamos la teoría de la Carta de Nara,
Japón (1994
)(39), concebido en el espíritu
de la Carta de Venecia, Italia (1964) (se
fundamenta en ella y la amplía, en respuesta al creciente
interés y responsabilidad que en el mundo ocupa el
Patrimonio Cultural). Y como el preámbulo de la
Carta de Nara, Japón (1994) lo
señala, cuestiona el pensamiento tradicional en materia de
conservación del Patrimonio Cultural y discute puntos de
vista y medios de ampliar el horizonte para asegurar un mayor
respeto por la
diversidad de culturas y patrimonios (en su amplia variedad).

Pues, de este modo, con los museos de objetos y/o productos
tecnológicos que interesan al Diseño Industrial y
existen (museos como: de la radio,
la
televisión, etc.) seguimos viendo una
«parte» de la historia (una foto) y no el
«todo» donde los mismos participaron e hicieron
historia (la película). Repetimos, que es necesario ver el
«todo histórico» (la película
representada en: los productos industriales, ambientes
arquitectónicos, objetos con estilos artísticos y
personas interactuando con otras personas mediadas por
artefactos, electrodomésticos, enseres domésticos
entre otros) y no la «parte histórica» (la
foto representada en: una radio, un televisor o una cocina por
ejemplo).

Al ver el «todo» y no la «parte», es
por lo que la historia de dichos objetos y/o productos
industriales deben ser analizados y tratados como
Patrimonio Industrial –por un lado-, insertos –por
otro lado- dentro de la definición mayor de Patrimonio
Cultural (sumando interdisciplinariamente la Historia de la
Arquitectura, a la Historia de la Ciencia y la Técnica y
de la Ingeniería, a la Historia del Diseño
Industrial, como patrimonio «tangible» de bienes
muebles e inmuebles; y anexando integralmente al patrimonio
"intangible" o patrimonio vivo -la masa de
individuos que sociabilizó intermediada por la
tecnología de dichos objetos y/o productos, dentro de un
marco arquitectónico y artístico según los
casos). Pues, como la Carta de Nara, Japón
(1994)
lo señala:

"Todas las culturas y sociedades
están enraizadas de forma particular y tienen medios de
expresión tangibles e intangibles que constituyen su
patrimonio y que deben ser respetados."

Patrimonio Cultural «intangible» (que habita en
los relatos fragmentarios etnológicos) y que ha vivido en
otra época en carne propia a la tecnología
industrial (que ahora forma parte del Patrimonio Cultural
«tangible»); que como el mismo Foucault aclara,
dicha tecnología industrial es parte de la puesta en
marcha de todo un aparato de poder(40),
dicho por Jeremias Bentham en El
Panóptico.

Evidentemente el «poder industrial» ha estado
asociado a la «tecnología industrial» (desde
la Revolución Industrial europea, desde la segunda mitad
del siglo XVIII en adelante), y ha transformado radicalmente las
vidas de las personas (sin pretender expresar con ello un
determinismo tecnológico). Ese pasado industrial vive en
la «memoria tangible» (museos de objetos, productos,
artefactos, muebles y otros), pero también vive en la
«memoria intangible» (de las personas, que vivieron
el poder industrial en sus vidas diarias, en la parte más
privada de su habitar doméstico, ejemplo: con la entrada
de la televisión al ámbito
hogareño).

Por lo cual si bien hay dos museos (dos memorias, una
física y
otra inmaterial), las acciones deben
ir orientadas en ambos planos (dos dimensiones paralelas, que se
tocan tangencialmente en algún punto).

Pues, como el mismo Prof. Paolo I. G. Bergomi, Director de
«Hecho en Argentina», Presidente de la ALADI nos
recordó en las Jornadas del Patrimonio Industrial
realizadas en el 2003 (a la que ha adherido el TIICCIH, siglas en
inglés de: The Internacional Comité for the
Conservation of the Industrial Heritage. Traducido como
Comité Internacional para la Conservación del
Patrimonio Industrial), debemos mantener viva la memoria de un
pasado industrial esplendoroso es un modo de querer nuestro
patrimonio cultural y de reconocer la identidad
nacional(41).

Para rescatar la «memoria» debemos remitirnos a la
«identidad cultural» (un sinónimo de
«autenticidad») quedó planteada en la
Carta de Nara, Japón (1994), concebida
dentro del espíritu de la Carta de Venecia, Italia
(1964).
Y dependiendo de la naturaleza del patrimonio
cultural, su contexto, y su evolución a través del
tiempo puede incluir:

"forma y diseño, materiales y substancia, uso y
función, tradiciones y técnicas, la
localización y contexto, espíritu y sentimientos, y
otros factores (.) El uso de estas fuentes permite elaborar la
dimensión artística, histórica, social y
científica específica del patrimonio cultural en
examen."
(42).

La «autenticidad» fue retomado, en una
visión Americana, posteriormente por La Carta de
Brasilia, Brasil (1995)
y La Declaración
de San Antonio,
EE.UU. (1996).
Conformando el punto de inicio para la
justificación de la «identidad» de nuestra
cultura como Patrimonio Cultural.

La importancia del Patrimonio Industrial se basa en dos
grandes valores: el de ser testimonio del mundo del trabajo y de
la vida cotidiana de una época que cambió la
humanidad y el de ser un documento que sirve para entender mejor
como se vivía y se trabajaba en esta época. La
información que disponemos de ellos es la
que determina su valor de testimonio y de documento. Así
pues, el Patrimonio Industrial no es un patrimonio para ser
contemplado como una «obra de arte» ni tiene un valor
como el que se podría otorgar a un documento
histórico de gran antigüedad (en su carácter
de «pieza histórica única»).

Siendo el elemento social históricamente ligado a
amplios sectores, lo que estaría definiendo la importancia
de ciertos objetos y/o productos para que adquieran el singular
sentido de objetos y/o productos con valor patrimonial; debido a
la importancia que han tenido en un tiempo determinado para
distintos grupos o sectores de la población.

Si bien los inmuebles (obras monumentales y otras obras) son
objetos de estudios de la arquitectura, los muebles (maquinaria
industrial localizada en su interior) son objetos de estudio de
la ingeniería. Y aunque por el momento podemos decir que
continúa siendo una definición acotada de
«muebles» industriales, nos conformaremos
momentáneamente con esta consideración restringida
a las máquinas industriales (y no a los productos de los
procesos industriales que se obtienen con dichas máquinas,
o sea: lo objetos y/o productos entendidos desde el Diseño
Industrial).

Rastreando sobre los «bienes muebles», si bien se
dice muy poco y nada sobre la protección patrimonial de
los mismos; si es cierto que esto comenzó a aparece para
los instrumentos técnicos y científicos
(entendiendo por ello a las máquinas industriales y al
instrumental de laboratorio,
no como objetos y/o productos industriales tal como la disciplina
del Diseño Industrial los entiende, sino como
máquinas y aparatos de la Historia de la Técnica
ligados al mundo de las Ciencias
Naturales, de la Astronomía y otras disciplinas
científicas, ejemplo: microscopios, telescopios y otros).
Como lo señala la Carta de Conservación y
Restauración de los objetos de Arte y Cultura
(1987
), en cuyo artículo 1º se establecen
las consideraciones e instrucciones (pretendiendo renovar,
integrar y sustancialmente sustituir la Carta del
Restauro, Italia (1972)
que especifican que la
protección Patrimonial también corresponderá
ser aplicada a:

".todos los objetos de toda época y área
geográfica que revistan de manera significativa
interés artístico, histórico y en general
cultural. Forman parte de tal universo.instrumentos técnicos,
científicos y de trabajo,."

Por otro lado, el TICCIH (Comité Internacional para la
Conservación del Patrimonio Industrial) en la Carta
de Nizhny Tagil, Rusia (2003)
sobre el Patrimonio
Industrial (respetando el espíritu de la Carta de
Venecia, Italia (1964)
pone de relieve que
los edificios y las estructuras construidos para actividades
industriales, los procesos y las herramientas utilizadas
así como todas sus otras manifestaciones
«tangibles» o «intangibles», poseen una
importancia fundamental (cabría de esperarse que dentro de
las «otras manifestaciones tangibles» entrasen los
objetos y/o productos del Diseño Industrial manufacturados
con dichas herramientas –maquinarias- industriales), pero
esto no sucede así (porque si bien puede
implícitamente ser expresado, el hecho es que no
está explícitamente dicho: ¿otra
omisión teórica?).

Acaso: ¿los objetos y/o productos del Diseño
Industrial no poseen «valor»
histórico-patrimonial? ¿Solo las máquinas y
herramientas industriales (entendidas desde la ingeniería)
lo poseen?

Si la importancia del Patrimonio Industrial radica en sus
valores como la Carta de Nizhny Tagil, Rusia
(2003)
lo señala, esto es:

"i. El patrimonio industrial es la
evidencia de actividades que han tenido, y aún tienen,
profundas consecuencias históricas. Los motivos para
proteger el patrimonio industrial se basan en el valor universal
de esta evidencia, (.)

ii. El patrimonio industrial tiene un
valor social como parte del registro de vidas
de hombres y mujeres corrientes, y como tal, proporciona un
importante sentimiento de identidad. Posee un valor
tecnológico y científico en la historia de la
producción, la ingeniería, la construcción, y puede tener un valor
estético considerable por la calidad de su arquitectura,
diseño o planificación."

Evidentemente, los ejemplos tempranos o «pioneros»
como los describe la Carta, tendrán un valor especial.
Aunque aparece la palabra «diseño» esto no
debe entenderse en el sentido como los Diseñadores
Industriales entendemos dicha palabra, sino como «la
estética de la calidad del diseño de
las maquinas» (tal como lo poseería la
estética de la máquina de vapor).

En dicha Carta de Nizhny Tagil, Rusia (2003)
que recientemente –en un extracto- acabamos de transcribir,
se define al Patrimonio Industrial (como parte del Patrimonio
Cultural tangible en general) con un «valor»
científico-tecnológico (el de la máquina
industrial, pero no de los productos de dichas máquinas)
del siguiente modo:

"El patrimonio industrial se compone de los restos de la
cultura industrial que poseen un valor histórico,
tecnológico, social, arquitectónico o
científico. Estos restos consisten en edificios y
maquinaria, talleres, molinos y fábricas, minas y sitios
para procesar y refinar, almacenes y depósitos, lugares
donde se genera, se transmite y se usa energía, medios de
transporte y toda su infraestructura, así como los sitios
donde se desarrollan las actividades sociales relacionadas con la
industria, tales como la vivienda, el culto religioso o la
educación
(.)

El período histórico de principal
interés se extiende desde el principio de la
Revolución Industrial, la segunda mitad del siglo XVIII,
hasta la actualidad, incluida. Si bien también se estudian
sus raíces preindustriales y protoindustriales anteriores.
Además, se recurre al estudio del trabajo y las
técnicas laborales rodeadas de historia y
tecnología."

Como ejemplo del «valor»
científico-tecnológico (el de la máquina
industrial, pero no de los productos de dichas máquinas)
es por lo que la iniciativa de recuperación de Patrimonio
Industrial que goza de un mayor reconocimiento internacional -el
Ironbridge Gorge Museum– emplazado en el valle del
río Severn, región que se convirtió en
principal centro productor de hierro de toda
Gran Bretaña muestra
fundamentalmente la «máquina industrial»
productora (en este caso el horno para fundir hierro) como la
gran atracción y mucho menor importancia los objetos y/o
productos elaborados en hierro a partir del horno.

Cuenta la historia que en 1959, los propietarios de la
fundición de Coalbroodale, donde se hizo el
históricamente famoso «Puente de
Coalbroodale»(43), animados por un historiador local,
descubrieron el horno donde Abraham Darby utilizó por
primera vez, en 1709, cok para fundir el hierro. Junto a este
horno crearon un pequeño museo donde expusieron una
muestra de los productos elaborados por dicha fundición.
En 1968 la recién creada Fundación del Museo del
Valle de Ironbridge(44) se hizo cargo de este proyecto de
difusión cultural, proponiéndose la
recuperación del Patrimonio Industrial del valle,
preservando el emplazamiento y las técnicas de
producción (fundamentalmente las máquinas y
técnicas, con valor de arqueología-industrial de la
ingeniería primigenia es lo que ha marcado esta
tradición teórica que atiende las necesidades de
declaración de «la máquina» como
patrimonio y no de los objetos y/o productos como una
consecuencia de dicha «máquina productora
industrial»).

En este caso el «valor» histórico lo lleva
el «horno» para fundir hierro de Abraham Darby
principalmente y no el «puente» de Coalbroodale (que
se hizo a partir de la fundición de dicho hierro). Aunque
luego la UNESCO declararía al «puente» como
Patrimonio de la Humanidad.

El Patrimonio Industrial, como es claro (ya lo hemos citado)
tiene sus antecedentes en las bases sentadas por la
Revolución Industrial inglesa de 1760/1830 aproximadamente
(primera revolución industrial), y sus derivaciones
socio-históricas y político-económicas al
resto del mundo. Y en todo aquello concerniente a los modos en
que tal revolución se propagó a otros
países. En el preámbulo de la Carta de
Nizhny Tagil, Rusia (2003)
se aclara que:

".La Revolución Industrial fue el comienzo de un
fenómeno histórico que ha afectado a una parte cada
vez mayor de la población humana, así como
también a otras formas de vida del planeta, y lo sigue
haciendo a día de hoy.

La evidencia material de estos grandes cambios posee un
valor humano universal, y debe reconocerse la importancia de su
estudio y de su conservación. Los delegados reunidos en el
Congreso del TICCIH del 2003, en Rusia, también quieren
poner de relieve que los edificios y las estructuras construidos
para actividades industriales, los procesos y las herramientas
utilizadas y las localidades y paisajes donde se han ubicado,
así como todas sus otras manifestaciones tangibles o
intangibles, poseen una importancia fundamental (.)"

Evidentemente continuamos percibiendo una fuerte presencia de
la arqueología-industrial y de la arquitectura-industrial
dentro de la definición de Patrimonio Industrial
(arquitectura industrial es sinónimo de fábricas y
edificios que pertenecieron a la industria). El ejemplo de la
arqueología-industrial lo encontramos en nuestro caso que
veníamos detallando sobre el complejo industrial de
Coalbrookdale (reconstruido por el Ironbridge George Museum
Trust).

Pero lo cierto es que además de los edificios (producto
de la arquitectura) aparecen las máquinas (producto de la
ingeniería: mecánica, eléctrica, electromecánica, electrónica y
otras) contenidas dentro de dicha arquitectura, así como
los procesos industriales correspondientes a dichas
máquinas (producto de la ingeniería de procesos),
pero no los objetos y/o productos manufacturados por dichas
máquinas o tecnología industrial (productos del
Diseño Industrial).

La importancia de incorporar el estudio interdisciplinario
entre Arquitectura, Ingeniería y Diseño Industrial
radica, como el preámbulo de la Carta de Nizhny
Tagil, Rusia (2003)
lo señala, en el enorme
impacto que la industrialización ha tenido sobre la
cultura humana (debemos recordar que las «masas» de
individuos muchas veces solo se han puesto en contacto con dicha
tecnología industrial por intermedio de los bienes
–objetos y/o productos manufacturados- y puestos al alcance
de los mismos por parte de las empresas industriales para su uso,
disfrute y consumo
social. Y no por la arquitectura-industrial y la
ingeniería contenida en dicha arquitectura, dado que a la
misma solo asistían –a pesar de su actual valor
histórico y patrimonial- los obreros, los profesionales,
los directivos y personal
administrativos, los empresarios y burgueses industriales). Por
esta cuestión la interdisciplina se justifica,
máxime si a partir del reconocimiento de incluir a los
objetos y/o productos del Diseño Industrial dentro de los
estudios patrimoniales (como los electrodomésticos y su
ingreso a la vida hogareña), las relaciones de los mismos
con su contexto humano se vieron modificadas a través de
los cambios tecnológicos (y la forma en que los mismos han
alterado las conductas y valores de enormes grupos, estratos y/o
clases
sociales: alta, media, obrera. Lo que señala la
fundamental importancia no solo del Diseño Industrial,
sino de la sociología, e incluso el psicoanálisis, por citar otra
relación interdiciplinaria).

Esta justificación radica en que las
«masas» no tienen un vínculo estrecho con las
fábricas y sus maquinarias como ya se dijo (solo sus
obreros, profesionales, personal administrativos,
jerárquico y otros lo tienen), las «masas»
solo se vinculan a la tecnología industrial mediados por
los objetos y/o productos de la Ingeniería mas el
Diseño Industrial (como puede ser un
electrodoméstico), o de la arquitectura mas el
Diseño Industrial (como puede ser un mueble).

Mayor es el alejamiento que poseen, dichas
«masas», de los laboratorios de I+D
(investigación + desarrollo) y de cuanto hace a la
«ciencia aplicada» (ejemplo: física del rayo
láser y
su aplicaciones tecnológicas e industriales que derivaron
en máquinas CAD-CAM de cortado láser. El
único vínculo que las masas poseen, en este
ejemplo, es con el CD-ROM de las
lecto-grabadoras de computadoras,
los DVD de
video o los
CD´s de
audio y otros dispositivos electrónicos. Porque, en
definitiva, a un galpón de una empresa o
centro que aplica cortado láser no entra el público
común sino los: idóneos, personal obrero,
especializado, profesionales y otros del ámbito laboral; pero a
un negocio de venta de
productos del ramo han accedido amplias mayorías de la
población y se han llevado dichos objetos y/o productos a
sus hogares).

Pero, y esto es lo importante de resaltar, a un negocio de
electrodoméstico o una tienda especializada del ramo si
llegaron las «masas», usuarios de un público
común, no especializado que sociabilizaron con sus pares
(intermediados por dicha tecnología industrial aplicada a
los objetos y/o productos con ella elaborados).

El problema sigue estando en la definición de lo que
entendemos deben ser productos-patrimoniales u objetos
industriales dignos de la tutela patrimonial. Cuando en la
Carta de Nizhny Tagil, Rusia (2003) se dice
que:

"Debe promoverse la conservación de los registros
documentales, (.), así como las especies de muestra de
productos industriales."

No queda bien en claro a que se refiere con
«productos» industriales (¿es la misma
definición de «producto» que usa un
Diseñador Industrial, un Ingeniero o quien? Evidentemente
es otra definición más que debe entenderse desde la
ingeniería como máxima expresión de la
técnica e industria y de sus museos especializados de
Historia de la Ciencia y Técnica).

Para sumar un par de ejemplos aclaratorios a esta
discusión sobre la importancia de una mayor
ampliación en la definición de Patrimonio
Industrial y sus productos dignos de tutela discutiremos el
siguiente planteo (sin pretender que el mismo sea el único
caso a discutir, pues del mismo modo se deberá versar
sobre otros casos de igual importancia; solo que nos remitimos a
uno que tenga –desde lo pedagógico- singular
trascendencia para ejemplificar mas claramente nuestra
discusión). Veamos esto un poco más en
detenimiento, para lo cual planteamos la siguiente pregunta o
debate.

¿El «producto» o «monumento
industrial» de la Ingeniería (como lo fue la
máquina de Newcomen perfeccionada por el ingeniero e
inventor escocés James Watt, patentada en 1769 e
históricamente conocida como «máquina de
vapor» que dio origen a la industria pionera de los
ferrocarriles ingleses) es el único –entre otros
igualmente importantes dispositivos de la ingeniería-
producto digno de protección patrimonial, o el
«producto» del Diseño Industrial (el Ford
modelo «T» del industrial estadounidense Henry Ford,
y otros que le sucedieron) también lo son?

Dicho en otras palabras: ¿qué es lo más
importante, la máquina de vapor o la
locomotora-vagón? ¿El
chasis-carrocería-habitáculo interno del Ford
modelo «T» como automóvil o el motor de
combustión interna previo que le dio origen?

Pero: ¿sólo locomotoras o automóviles, o
pueden incluir demás «patrimonios»? La
respuesta es afirmativa si leemos a Alberto de Paula, en
La dimensión social del patrimonio. Tomo
I
, cuando explica que:

"(.), se constituyen en patrimonio común de la
humanidad (., inventos de
Thomas Alva Edison, etcétera)."
(45).

Por otro lado, continuando con nuestra discusión con
singular valor pedagógico: ¿Hasta donde debe llegar
la definición de Patrimonio Industrial y su tutela,
entonces? ¿Acaso sólo las fábricas producto
de la arquitectura-industrial (como los galpones donde Ford
montó su histórica industria
automovilística) son dignos emblemas del Patrimonio
Industrial? ¿Acaso son las máquinas industriales
producto de la ingeniería (como las contenidas dentro de
los talleres de montaje y/o ensamble de los autos Ford
modelo «T») los únicos dispositivos y/o
artefactos dignos de ser rotulados como ejemplos del Patrimonio
Industrial de aquella época? ¿Acaso no es un
verdadero Patrimonio Industrial el emblemático
automóvil Ford modelo «T»? Y si la respuesta
es afirmativa: ¿por qué no está declarado
explícitamente? (esto es extensivo a los
electrodomésticos y otros objetos y/o productos del
Diseño Industrial)

Aunque los historiadores implícitamente ya lo han
confirmado usándolo como ejemplo pionero, no se lo ha
considerado como «patrimonio»; pues, para que ello
suceda no sólo la teoría del Patrimonio Industrial
debe ampliarse, sino que se lo debería englobar dentro del
ambiente
cultural de la sociedad de su época a la cual se
incorporó. Época que se vio alterada por la
introducción de este nuevo medio de transporte que se
masificó gracias a Ford y ello cambió la forma de
desplazarse –transportarse- de dichas «masas»
que accedieron al automóvil y como tal modificó su
cultura del transporte, sus formas de vida, trabajo y ocio al
aire libre
también se vieron modificadas.

Analógicamente se debe proceder en el estudio de los
objetos y/o productos (como los electrodomésticos) para el
estudio de la vida privada.

¿Por qué no otros productos de la Historia del
Diseño Industrial pueden ser objetos de protección,
tutela o salvaguarda? ¿Hasta donde puede ser extensiva
esta prolongación de la definición de Patrimonio
Industrial? (para que otros objetos y/o productos, como el Ford
modelo «T», también puedan ser considerados
como patrimoniales y no como simples piezas de museos
descontextualizadas de su entorno).

¿Pero sino esta planteado por ninguna Carta
internacional del Patrimonio (Cultural e Industrial) no estamos
actuando por fuera de la legalidad de
la teoría? En todo caso: ¿qué lugar le cabe
a la
investigación? ¿Ampliar la teoría?

La justificación de la necesaria ampliación
teórica del Patrimonio Industrial queda salvada cuando lo
enfocamos dentro de la definición mas amplia de Patrimonio
Cultural (y de la cual el Patrimonio Industrial es una parte o
una simple derivación dentro la teoría mas amplia
del Patrimonio Cultural).

Una de las respuesta posibles a las preguntas de arriba, es
que ambos (motor y chasis en el caso del automóvil) son
igualmente importantes (porque forman una parte del
«todo» automóvil y el «todo»
locomotora) y evidentemente son dos cuestiones distintas: por un
lado el aspecto de ingeniería del motor de
combustión interna (como lo fue el motor de vapor en su
tiempo para la historia de los ferrocarriles) y por otro el
aspecto del Diseño Industrial del
chasis-carrocería-habitáculo interno del
automóvil (como lo fueron las locomotoras-vagones a vapor
en su tiempo para la historia de los trenes). Una cuestión
evidente es que la ingeniería no puede ni debe ser
confundida con el Diseño Industrial (aunque a veces
suceda) y dejar por ello que el análisis quede exclusivamente en manos del
campo de la ingeniería.

No es que neguemos la existencia de museos (como los del
automóvil y de la historia de los ferrocarriles y/o trenes
u otros objetos, productos, mecanismos y/o máquinas
similarmente y de contenido socio-tecnológico de
trascendencia como pueden ser: la televisión, la radio, las computadoras u
otros dispositivos electricos-electrónicos,
mecánicos o electromecánicos, etc.).

La novedad de este enfoque propuesto radica
-sustentándonos en la Carta de Nara de
1994
– en que por primera vez, a partir de ampliar la
definición del concepto de «patrimonio», se
pone en relación –de un modo distinto- los restos
materiales que dejó la industrialización (y que
estaban en museos como piezas aisladas de su contexto: objetos
y/o productos de la Historia del Diseño Industrial) y
éstos pasan a adquirir la consideración de
«bienes culturales» (mas que meras piezas de
colección de museo) conformando parte del mas amplio
repertorio del Patrimonio Cultural (dado que en algunos casos de
singular importancia, dichos objetos y/o productos industriales
han colaborado en definir como vivían y habitaban ciertos
grupos
sociales que hoy pueden ser considerados patrimonio.

Lo cual plantea una revisión de los planteamientos que
subyacen a los viejos museos de la ciencia y de la técnica
(y de los objetos y/o productos industriales aislados de su
contexto socio-ambiental como los museos de la radio, la
televisión y otros electrodomésticos por citar solo
un ejemplo). Por estos motivos, los mismos dejarán de ser
meros testimonios del «progreso tecnológico e
industrial» para prestar atención a la
«dimensión humana de la
industrialización» (de aquí la necesidad de
la sociología), al tiempo que se plantea la necesidad de
desarrollar nuevas concepciones museísticas con el fin de
recuperar el Patrimonio Industrial sin privarle de su contexto
histórico-territorial como bienes del Patrimonio
Cultural.

Es tomando a los objetos y/o productos,
electrodomésticos, muebles y otros y poniéndolos
dentro de la teoría del Patrimonio Cultural, como las
relaciones sociales de bastos grupos, sectores o clases
significativas de la historia mundial (mediadas por los productos
técnicos-tecnológicos) cobran nuevo significado mas
amplio, mas integral y pueden ser estudiados a la luz de la
teoría del patrimonio Cultural.

El Patrimonio Industrial lo forman los emplazamientos
productivos, pero también las viviendas de los que
allí trabajaban, así como las vías de
comunicación, los almacenes. Si todos estos elementos
tienen un valor individual, su verdadera dimensión se hace
visible cuando se contemplan en el territorio donde se encuentran
situados y se valoran en el contexto de las complejas relaciones
que los unen.

Repetimos que, visto así la historia de los objetos y/o
productos industriales (a la luz de la teoría
patrimonial), ampliando el campo de definición del
Patrimonio Industrial mas allá de los límites
expresados por la Carta de Nizhny Tagil, Rusia
(2003)
dentro de la teoría abierta a la
diversidad del Patrimonio Cultural inscripto dentro de la
Carta de Nara, Japón (1994) (y adoptando
para ello a los objetos y/o productos de la Historia del
Diseño Industrial) e integrándolo a un
«todo» como Patrimonio Cultural de la sociedad; los
mismos (los objetos y/o productos, muebles,
electrodomésticos y otros) pasan a ser un elemento
más de la cultura industrial (no un mero objeto
museístico o «monumento tecnológico»
descontextualizado y estanco, no una simple radio o
televisión) sino productos tecnológicos que
modificaron las relaciones sociales del habitar y vivir de las
personas («masas» de individuos).

Partiendo de esta concepción podemos ampliarla (como la
teoría del Patrimonio Industrial lo realizó con la
Arquitectura e ingeniería) al Diseño Industrial.
Planteando un Patrimonio del Diseño Industrial; no
obstante, es mucho aún lo que falta por hacer (tarea para
los Congresos y Jornadas donde asisten profesionales de diversas
disciplinas: caldo de cultivo teórico e
interdisciplinar).

Es notable lo restringido de las definiciones sobre Patrimonio
Industrial de la Carta de Nizhny Tagil, Rusia
(2003).
Predomina un concepto del Patrimonio Industrial
que se asocia de forma estrecha a la Arquitectura,
Arqueología, la Historia de la Técnica e
ingeniería, el Arte e incluso la Etnografía(46), y si bien el factor
territorial adquiere una presencia cada vez más notable a
medida que aumentan las aportaciones de la Geografía
atraída hacia este nuevo campo de investigación y
estudio; lo cierto es que para que la teoría del
Patrimonio Industrial sea mucho más multidisciplinar,
todavía faltan los aportes del Diseño
Industrial.

Si bien la preservación de este Patrimonio de la
Historia del Diseño Industrial se debería hacer
respetando la teoría instalada sobre el Patrimonio
Industrial (y por lo tanto, no se puede realizar siguiendo las
pautas del Patrimonio Artístico, donde cada pieza tiene un
valor de por sí y se supone que se conservan porque son
unas obras que expresan la máxima creatividad humana y por
esto cada una de ellas son unas realizaciones excepcionales que
la sociedad actual ha sacralizado). Esta
«excepcionalidad» tiene como consecuencia que sean
unos bienes que pertenecieron a los estamentos dominantes de la
sociedad. En cambio el valor del Patrimonio Industrial es que sus
bienes (tangibles: muebles o inmuebles) son comunes y su valor
reside justamente en su «no excepcionalidad», en su
utilización por un extenso número –masas- de
personas (las obras del patrimonio Industrial no son
«únicas» como las obras del Patrimonio
Artístico). Su valor como testimonio aumenta cuanto
más utilizado fue (por bastos sectores de la
población).

Estas consideraciones llevan a considerar que el Patrimonio
Industrial posee un valor didáctico cuya
conservación no se realiza para ser contemplado como una
«obra maestra» sino para que a través suyo se
comprenda una parte de la historia social y económica de
una época (esto posee un interés académico y
universitario para entender la Historia del Diseño
Industrial de fundamental importancia, con fuertes implicancias
pedagógicas y didácticas no solo a nivel
educativo-universitario sino a nivel educativo-poblacional). Por
este motivo el Patrimonio Industrial ha de ser inteligible a los
ojos de la población y es necesario explicarlo en toda su
dimensión técnica y social (es esta la
consideración que ha de guiar toda política de
preservación de este Patrimonio Industrial
–técnico- como parte de un Patrimonio Cultural
–social- más amplio).

La demanda social
para que los «bienes industriales» (técnicos y
tangibles) formen parte del Patrimonio Cultural (tangible e
intangible) es un hecho relativamente reciente, pero que se ha
extendido por la mayoría de los países que se
industrializaron o que tuvieron en un momento histórico
explotaciones industriales.

La sociedad actual avanza a tal velocidad que veinte
años pueden parecer una eternidad y el cambio de siglo,
que visualmente nos ha situado en otro milenio, nos aparta
aún más de nuestro pasado reciente del siglo XX
(que recientemente ha acabado). Pero ya, para la mayoría
de los ciudadanos, aquel mundo nos puede parecer –con justa
razón- tan lejano como cualquier otra época
histórica (como el siglo XIX, nos resultaba hace una
década atrás). Razón más que
válida para ampliar nuestro conocimiento,
y poseer una comprensión mas acabada de la complejidad de
la vida que hemos habitado.

Aquí se justifica la importancia del Patrimonio
Industrial.

3 –
Conclusiones:

A partir de aquí, y repasando la Carta de Nizhny
Tagil, Rusia (2003
), podemos decir que en dicha carta,
además de los edificios (producto de la arquitectura)
aparecen las máquinas tecnológicas (producto de la
ingeniería: mecánica, eléctrica,
electromecánica, electrónica y otras de procesos
industriales) contenidas dentro de dicha arquitectura; pero no
los objetos y/o productos manufacturados por dichas
máquinas o tecnología industrial patrimonial
(porque ya son máquinas obsoletas desde el punto de vista
histórico y tecnológico). Es aquí donde la
teoría necesita abrirse paso. Pues, la definición
de Patrimonio Industrial evidencia una restricción
teórica en las llamadas cartas, normas, resoluciones y
declaraciones internacionales, fuertemente acotada a la
arqueología, la arquitectura y la historia de la ciencia y
técnica (contenida en el componente tecnológico de
la ingeniería). Dicho de otro modo, poseemos una
definición de Patrimonio Industrial (material, tangible)
incompleta (que hasta el momento solo llega a los productos de la
ingeniería, que quedan a modo de «máquinas
industriales», dentro de los galpones y talleres y no va
más allá en su capacidad de abarcar
teóricamente los «objetos y productos
industriales» fabricados con dicha maquinaria industrial,
en los casos de máquinas de producción
industrial).

Nace la pregunta: ¿por qué la teoría del
Patrimonio Industrial queda restringida entonces solamente a los
«inmuebles industriales» (galpones industriales) y a
los «muebles industriales – bienes de capital»
(maquinaria industrial contenida dentro de dichos galpones), y no
abarca a los «muebles industriales – bienes de
consumo durables» también (fabricados con dicha
maquinaria industrial)?(47).

¿La respuesta es la visión sesgada y/o
segmentada de la ingeniería y arquitectura y su recorte
teórico-epistemológico de lo que es la
«industria» (mueble e inmueble, respectivamente)?
¿O acaso hay algo más (o de menos, en la
teoría del patrimonio industrial)?

El problema (por algún motivo no muy claro) se
encuentra en la teoría del Patrimonio Industrial. Pues,
además de considerarse Patrimonio Industrial a los
edificios y galpones industriales (producto de la arquitectura),
también se lo considera a las máquinas
tecnológicas (producto de la ingeniería en todas
sus especializaciones), como ya se ha explicado. Pero, no sucede
lo mismo con los objetos, artefactos y/o productos manufacturados
por dichas máquinas o tecnología industrial. Por lo
cual poseemos una definición de Patrimonio Industrial
(tangible) incompleta, que hasta el momento solo llega a los
productos de la ingeniería, que quedan a modo de
«máquinas industriales» (bienes de capital
para usar una definición económica), dentro de los
galpones y talleres y no va más allá en su
capacidad de abarcar teóricamente los «objetos y
productos industriales» fabricados con dicha maquinaria
industrial (bienes de consumo durables, como lo define la
economía, y como pueden ser los electrodomésticos u
otros artefactos y productos industriales; para los cuales no hay
otra teoría que les brinde protección). No
está demás repetirlo (tantas veces como parezca
necesario, pues, esta obviedad no es –aparentemente- tan
obvia).

En la teoría del Patrimonio Industrial podemos apreciar
la visión tradicional, conservadora, puramente
monumentalista y estática
de los «bienes patrimoniales», que por otro lado se
encuentra en crisis (Ciro Caraballo Perichi, 2006)(48). Y
aún cuando el lCOMOS no desarrolla una labor vinculada
propiamente con los «bienes culturales muebles» (sino
con los monumentos y sitios); dado que dentro de UNESCO es el
ICOM (Consejo Internacional de Museos) la unidad con mayor
vinculación con los temas del manejo del «patrimonio
cultural mueble»: ¿acaso un «mueble
tecnológico» como bien podría ser una radio
valvular, no ha sido un «bien industrial» en el
pasado (perteneciente a la «cultura industrial» del
pasado)? ¿Acaso –dicha radio valvular, por continuar
con el mismo ejemplo- no es de fabricación industrial
(históricamente obsoleta, comparada con la radio
transistorizada que le siguió posteriormente y por lo
tanto cae dentro de la esfera de lo patrimonial)? La respuesta es
que una radio valvular ha sido tanto un «bien
industrial», como es una tecnología obsoleta, y por
lo tanto es un «bien patrimonial» (por lo cual
podemos definirlo como un «patrimonio industrial
mueble», dado que corresponde a la historia de los
electrodomésticos en este caso).

Pues si los «bienes inmuebles» son protegidos por
declaraciones y/o normas separadas de los «bienes
muebles», sería la teoría de los
«bienes culturales muebles», como la
Recomendación sobre la protección de los
bienes culturales muebles, París (1978
), aprobada
por la Conferencia General de la UNESCO en su vigésima
reunión y otros documentos los que deberían
hacerlo. Pero, paradójicamente esta recomendación
que s-i e-n-t-i-e-n-d-e (o comprende) como «bienes
culturales muebles» a todos los bienes amovibles (que se
pueden mover) que son la expresión o el testimonio de la
creación humana o de la evolución de la naturaleza
y que tienen un valor arqueológico, histórico,
artístico, científico o
«técnico».

Decíamos que paradójicamente, esta
recomendación sobre la protección de los bienes
culturales muebles, n-o e-n-t-i-e-n-d-e (o comprende) en
su definición como «bien cultural mueble» a
los dibujos
industriales, así como tampoco a los artículos
manufacturados industrialmente (a pesar de si entender a los
«bienes culturales muebles» como bienes testimoniales
de la creación humana, que puedan tener un valor incluso
científico o técnico). Ahora bien, si nos
preguntamos: ¿qué más
«técnico» que los productos industriales
fabricados a partir de la Revolución Industrial inglesa de
1760/1830 –aproximadamente- en adelante? Encontramos que no
existe mayor expresión de la «técnica»
(o «tecnología industrial», para ser mas
precisos) que ello (aquí radica la
contradicción).

Una contradicción en el sentido que lo
«técnico» no incluye a lo
«industrial» (¿cómo se entiende que
pueda haber un «bien cultural mueble» con valor
tecnológico-científico sin intervención de
la industria que ha aportado al mayor avance de la
tecnología a nivel mundial a partir de la
Revolución Industrial inglesa?). No se comprende (no queda
claro).

Y por otro lado, como sostiene la Carta de Nizhny
Tagil, Rusia (2003
), la teoría del Patrimonio
Industrial queda restringida solamente a los «inmuebles
industriales» (galpones industriales) y a los
«muebles industriales» entendidos como bienes de
capital desde la economía (maquinaria industrial contenida
dentro de dichos galpones), y no abarca también a los
«muebles industriales» entendidos como bienes de
consumo durables desde la economía (fabricados con dicha
maquinaria industrial). Que también son hijos de la
Revolución Industrial inglesa en adelante.

Esta doble negación (citada a modo de ejemplo, desde
dos normas, recomendaciones o cartas internacionales sobre
Patrimonio), ejemplifican la resistencia
teórica -no visualizada con anterioridad por los
investigadores en la materia- que responde al Marco
Teórico de sus disciplinas específicas (como
pueden ser la arquitectura o la ingeniería).

En conclusión, la restricción teórica del
Patrimonio Industrial no abarca a los «muebles
industriales» definidos como «bienes de consumo
durables» (aunque si lo haga con los «bienes de
capital» o maquinaria industrial); y, por otro lado, la
restricción teórica de los «bienes culturales
muebles» no abarca a los objetos, artefactos y productos
industriales (aparentemente solo abarca una técnica
artesanal). Por lo cual, ninguna de las dos teorías (ni la
del Patrimonio Industrial tangible en su forma de «muebles
industriales», ni la de los «bienes culturales
muebles») los protege, como así tampoco tenemos
conocimiento de que se encuentre otra norma o carta internacional
que así lo haga (por lo menos dentro del abanico de
documentación mas importante
analizada)(49).

Partes: 1, 2, 3
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